La voluptuosidad de la tristeza, de Viviana Fernández García. Cuando la poesía se convierte en prosa
A algunos le sonará a cliché, pero es cierto que en pocas ocasiones nos encontramos con escritores contemporáneos originales, que dominen el lenguaje a nivel poético y que consigan traducirlo a prosa. Las sensaciones y los sentimientos que sólo la poesía puede transmitir, Viviana Fernández García consigue plasmarlos en forma de novela.
La voluptuosidad de la tristeza (
Ediciones Carena) es el segundo trabajo de ficción de la autora gallega; un viaje interior que parte del tormento, de la ruptura de una relación sentimental tras un embarazo psicológico. La protagonista, Martina, es una mujer de casi treinta años que se traslada a Luxemburgo para dejar todo atrás y empezar de cero. En su maleta -sin abrir durante largo tiempo- lleva libros y trajes baratos. En su mente, abierta desde la primera página, arrastra el profundo dolor de haber perdido a un hijo que nunca tuvo en su vientre. Pablo es el tormento que la persigue y la despierta por las noches. Ginés, el novio que la dejó por loca cuando se enteró de que su prometida sólo estaba embarazada en su mente.
‘Leí en Internet que pasamos aproximadamente seis años de nuestra vida soñando. Esta afirmación me lleva a creer que los que recordamos nuestros sueños vivimos dos veces y maduramos antes’. La novela se desarrolla en dos dimensiones, una estrictamente interna, de viaje de reconocimiento interior, y la otra de proyección exterior, que se corresponden con las dos mitades del libro. Arrancar desde la casilla de salida en una nueva ciudad es difícil, pero cuando al equipaje integrado por sentimientos confundidos, sensaciones irreales y desequilibrio mental se le añaden la desesperación de no encontrar trabajo, el perderse de camino a casa y el parcial desconocimiento de la lengua, es entonces cuando se vuelve duro e insoportable.
El personaje de Martina es complejo y muy actual. A pesar de su estado mental y tras varias semanas de desesperación y desconsuelo, consigue establecerse en Luxemburgo, hacerse con un trabajo y una rutina.
Fernández García nos da un paseo por la mente de Martina, por su pasado, por sus relaciones en Madrid y por su recientes amistades en la nueva ciudad. Es un viaje profundo y lleno de trampas emocionales que mueven al lector y que de alguna manera describen sentimientos universales con una precisión descarnada que da miedo. La mujer de esta historia no es feminista y radical, el feminismo es una batalla ganada para la que no queda lugar. Martina es todas las mujeres y todos los hombres del mundo a la vez. En la línea de Lucia Etxebarría, las emociones son las que definen al personaje mucho más que sus características físicas, o el contexto que lo rodea. Es la experiencia interior la que los dirige independientemente de su sexo.
La segunda parte de la novela se centra sobre todo en la oficina donde Martina trabaja como consultora-consejera para una empresa que vende productos esotéricos y consultas con videntes por Internet y que se aprovecha de la desesperación de sus clientes. Sin olvidar del todo su situación y la vez dejándose seducir por e-mails de extraños, la protagonista se embarca en una aventura que la llevará a penetrar en las vidas digitales de desconocidos, en sus temores, sus problemas, sus consultas y sus esperados milagros. La comunicación aparece, no como una vía de escape, sino como una alternativa al encierro interior de la protagonista de las primeras páginas del libro.
Resulta imposible no querer perderse en el universo real e imaginario que la autora ha creado. Es rápido, fugaz, intenso, insensato de tanto en tanto, loco y sangrante a veces, fuego sobre el que llueve sin cesar. Los diálogos van al centro de la cuestión. Los personajes hablan sin tapujos, las frases son cortas, sinceras y ásperas. Está cargada de referencias a los sueños, a Freud, Punset, a la poesía, a Víctor Hugo, Pablo Neruda y, como buena gallega, a su tierra, sus paisajes y su cocina.
El lector adquiere la sensación de ver a Martina en cada uno de los personajes de la novela y es que ella es todos y cada uno de ellos. Para muchos ésta podrá representar la crisis de los 30 o un millón de cosas más, pero lo cierto es que la autora es capaz de mostrar en la protagonista ‘el bache’, el momento de incertidumbre en el que todo se tambalea, en el que el suelo tiembla y los cimientos parecen no resistir. Ese momento que sacude a cualquiera porque es parte de la condición humana y cuya duración varía.
‘La felicidad es una fruta perecedera que comienza a pudrirse en cuanto es arrebatada del árbol. Vislumbramos la fruta madura, fresca, dulce, aguada. Siempre al alcance de nuestra mano. Mordemos la decepción.’ La voluptuosidad de la tristeza es una de las novelas más actuales, rápidas e inmediatas que se han publicado recientemente. Fernández García recita experiencias y emociones como sólo una ex-profesora de poesía puede hacerlo. Pocos escritores son capaces de desexualizar a la mujer y verla simplemente como un ser humano que siente como cualquier otro. Esta novela casi rompe con de ley del eterno retorno de Nietzsche para abrir paso una luz que no brilla, pero que está ahí, en alguna parte para Martina. Con este libro, Fernández García entra con pie firme en la cantera de escritores españoles que no sólo tienen algo que decir, sino que saben cómo decirlo, algo extraño, peculiar y de agradecer en estos tiempos que corren.