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miércoles, 23 de mayo de 2012

ENVASES INTELIGENTES Y NUEVOS MATERIALES REVOLUCIONAN EL PACKAGING




Bolsas que alargan la vida de la fruta, films que cambian de color si la carne se está caducando o packs que parecen plástico pero nacen de la caña de azúcar. Son envases activos, inteligentes y ecofriendly que muy pronto invadirán nuestra nevera.
En el siglo XXI, los envases ya no se pueden limitar a proteger el producto y esperar a ser consumidos y reciclados. Tendrán otras tareas antes inimaginables: liberar partículas que alarguen la vida de los productos frescos, avisar si el filete ya no es apto para el consumo o evitar que un virus pueda contaminar nuestras verduras. De hecho, algunos de estos packs inteligentes o activos ya están en el mercado, aunque la mayoría en Japón y Estados Unidos. Su generalización en Europa puede llegar antes de un año, cuando la Unión Europea complete su normativa al respecto. 

Crear un envase que frena la proliferación de hongos en las fresas, una bolsa que libera partículas para mantener fresca una lechuga o un pack que destruye los posibles virus de un pepino, ya es posible. La cuestión ahora es cuándo será habitual verlos en cualquier súper.

Envases que hablan y actúan

José María Lagarón, vicepresidente de la Sociedad de Ingenieros del Plástico e investigador del CSIC, está convencido que, a pesar de la crisis, estarán en nuestras neveras antes de un año: “El coste de esta nueva tecnología se verá altamente compensado por la reducción de pérdidas que se conseguirá alargando la vida de los productos frescos”. Tampoco duda de la inmediata llegada masiva de los packs inteligentes (con sensores que informan del estado del producto) Núria Herranz, de ITENE (InstitutoTecnológico de Embalaje): “Ya son una realidad, pero se están investigando en desarrollos de bajo coste para que su aplicación generalizada pueda llegar en el corto plazo.”

Mientras tanto, se siguen probando nuevos envases activos en el laboratorio. Rafael Gavara, investigador del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA), ha desarrollado una película comestible que añade calcio en la fruta y un envase que reduce el colesterol que contiene la leche en un 25%. El reto, ahora, pasa por perfeccionar el pack y reducir su coste para que un día llegue al lineal del súper.

Nuevos materiales ecofriendly

La investigación e innovación en el packaging ha logrado otro gran reto: encontrar sustituto a materiales no biodegradables. Son los biopolímeros, materiales provenientes de fuentes naturales como la fécula de patata, la caña de azúcar o el almidón de maíz que, una vez tratados, tienen el aspecto y las propiedades de un bote de champú o una caja transparente. Desde AIMPLAS (Instituto Tecnológico del Plástico), Pedro Melgarejo asegura que su uso, probado ya por marcas como Coca-Cola o Lanjarón, “es una clara tendencia de futuro”. Otras, también con objetivo ecofriendly, son los packs de material reciclado y la reducción de materiales para conseguir envases más ligeros, más baratos de transportar y que producen menos residuos.

LA "G" DE LA DISCORDIA


Ha sido uno de los procesos judiciales más controvertidos del mundo de la moda, con perdón de Monsieur Louboutin y su pugna por blindar su célebre suela roja, pero finalmente el caso de Gucci contra Guess cuenta con resolución oficial. La juez estadounidense Shira Scheindlin ha dictado sentencia en favor de la firma italiana que acusaba a la marca parónima de plagio.
Tras largos años de deliberación (la demanda de interpuso en 2009), Guess deberá abonar más de 3 millones y medio de euros en concepto de indemnización. Una cantidad que dista mucho de los 140 millones que llegaron a exigir los italianos por "ventas perdidas". Ya que, aunque el tribunal admite que Guess infringió varias marcas registradas, ha tachado el análisis de daños de Gucci de "altamente especulativo".
El mismo veredicto que no señala a ningún ganador en el apartado económico, reconoce el derecho de Gucci sobre su propiedad creativa, es decir, tres de los cuatro diseños acusados de imitación: las rayas verde-rojo-verde, una estilizada Square G, un grupo de cuatro G entrelazadas conocido como Quattro G y un logo de escritura. Todos excepto el último están cubiertos por la medida cautelar, de manera que su uso comercial queda terminantemente prohibido fuera de las fronteras del imperio de Frida Giannini.
Scheindlin quiso rematar su dictamen con un llamamiento en el que instaba a las marcas a resolver sus problemas en las pasarelas o en los centros comerciales para evitar paralizar las cortes con causas de 'plagios parciales'.